Yardi Kube: A single connected platform for flexible workspace management
Yardi Kube
De la mano del coworking, el DIY y la vuelta a los modelos de producción artesanal tradicionales ha surgido un nuevo movimiento: el cosewing. Espacios amplios y abiertos, con maquinaria especializada, mesas de corte y creatividad en todos sus rincones, donde aficionados y profesionales del diseño y la costura encuentran el sitio ideal para poner en marcha sus proyectos. El cosewing se basa en los mismos principios del coworking, apertura, flexibilidad, sinergias, conocimiento compartido y comunidad, y se está abriendo paso tanto en Europa como en Estados Unidos.
By Marta Santacana - Noviembre 15, 2012

De igual manera que los primeros pasos de los espacios de coworking fueron aquellos cafés con Internet a los que los freelancers acudían para no trabajar en la soledad de sus casas, el movimiento cosewing comenzó con los llamados “cafés costura” o “sewing cafes”, espacios en los que, al mismo tiempo que te tomas un café, alquilas una máquina de coser y pones en marcha tu proyecto creativo, arreglas una falda, coses un bajo, o acudes a un taller de amigurumi.

Poco a poco, los cafés costura y los talleres DIY han ido ganando adeptos en todo el mundo, muy posiblemente apoyados por la huída de la producción en serie, el (¡por fin!) recuperado gusto de los productos hechos a mano y el auge de la producción artesanal y personalizada.

Sin ir más lejos, la plataforma estadounidense de e-commerce Etsy cuenta con más de 800.000 vendedores y más de 12 millones de clientes en todo el mundo. El objetivo de Etsy es cambiar la manera en la que funciona la economía global, a través del empoderamiento de pequeños negocios, diseñadores y artesanos, consiguiendo que los compradores valoren la autoría y la procedencia de cada una de las cosas que compren, para conseguir un mundo más justo, sostenible y divertido. Y a juzgar por sus resultados, parece que lo están consiguiendo. La tendencia ha alcanzado tal magnitud, que tras Etsy llegaron plataformas similares, como la alemana Dawanda, o la francesa A Little Market.

Efectivamente, el movimiento cosewing se basa en los mismos principios que el movimiento coworking. Diseñadores a pequeña escala, gente con talento que confecciona sus productos en la soledad y el aislamiento de sus hogares, por fin tienen un lugar en el que trabajar, formar parte de una comunidad y ampliar su red de contactos.

Todo aquello que los freelancers y las start-ups han conseguido gracias al coworking, ahora llega al DIY y los artesanos gracias al cosewing. Porque el cosewing también gira en torno a la comunidad. Todo tiene que ver con la colaboración, con la unión, con la creación de sinergias. Es cierto que hay elementos del coworking que adquieren aquí una importancia más destacada, como es el caso del acceso a maquinaria especializada.

En los espacios de coworking es esencial contar con equipamiento básico de oficina, pero en el caso del cosewing, tener acceso a maquinaria especializada (con precios que un solo creador no puede permitirse) genera un valor añadido incomparable. Es por ello, también, que un espacio de cosewing bien equipado tiene que afrontar una inversión inicial en equipamiento mayor, inversión que será directamente proporcional al número de usuarios interesados en el espacio.

Aunque (todavía) no hay tantos espacios de cosewing como de coworking en el mundo, hay proyectos en marcha muy interesantes. Algunos de ellos se consideran más un café costura, y otros están dirigidos directamente a los profesionales de la creación, alquilando espacios de manera mensual y proporcionando una comunidad en la que integrarse e incluso los medios para facilitar la comercialización de sus productos.

Si bien es cierto que un espacio de cosewing puede que no sea (aún) el negocio más rentable, todos ellos tienen un punto en común que compensa cualquier otra cosa: la pasión y el gusto por lo que hacen. Las gestoras de los espacios de cosewing ya se dedicaban a la creatividad y la costura antes de poner en marcha su proyecto, algunas impartían talleres, otras vendían sus productos o estaban relacionadas de alguna manera con el DIY.

Son conscientes de las dificultades de poner en marcha un proyecto tan diferente y del tiempo que se tarda en que la gente conozca el espacio y el concepto, pero no se asustan ante el reto. Y hablo en femenino porque, ciertamente, el cosewing es un negocio mayoritariamente femenino, al menos por el momento.

Aunque existe un mayor número de cafés costura que proyectos de cosewing en sí, hemos incluido en este pequeño recorrido los espacios más interesantes que hemos encontrado, y que, de alguna manera, incorporan los principios del cosewing en ellos.

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